Hernán Darío Gómez, el ‘alumno’ que no aprende de sus fracasos con Ecuador en Copa América
Aunque cause vergüenza la catastrófica goleada (4-0) que sufrió la Tricolor ante Uruguay el domingo anterior, en el debut de ambas selecciones en la Copa América 2019, la paliza no genera sorpresa si se toman en cuenta los criterios diametralmente opuestos, respecto de la importancia del torneo, de quien conduce técnicamente al combinado nacional y de la dirigencia de la Ecuafútbol.
El certamen de selecciones más antiguo del planeta es insignificante para el problemático Hernán Darío Gómez –pesado lastre de la última etapa del chiribogato, heredado por Carlos Villacís que lo contrató pese al rechazo generalizado del país futbolero y a sabiendas de que él dejaría el directorio.
Francisco Egas, presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, piensa distinto a Gómez: la Copa América debe afrontarse “con la mayor responsabilidad y con todas las ganas de vencer”. Así lo dijo el 27 de marzo pasado para corregir públicamente al Bolillo, que por esos días había intensificado su campaña de desprestigio de la competencia en Brasil.
El 20 de marzo, Gómez dejó claro que su intención era ir a ‘aprender’ a un campeonato donde es un consumado especialista en fracasar con Ecuador.
El entrenador que impúdicamente aceptó en marzo del 2012, en Antena 2de Colombia, que en su primera época en la Selección (2000-2004) “yo pasaba mi lista de 15 jugadores… después la lista era de 25, los 15 míos y los 10 suyos (de la dirigencia)”, declaró hace tres meses que fue contratado solo para la eliminatoria a Catar 2022. “La gente me pide el Mundial, no la Copa América”, aseguró el Bolillo.
Y mientras para el colombiano el torneo donde ya los charrúas lo arrasaron es solo una molestia, Egas hizo en marzo un comentario que a Gómez debe haberle parecido iluso. El titular de la FEF quería que “en la Copa América (la Tri) nos muestre una cara de un equipo que juegue bien al fútbol y que apueste a ganar”.
En el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, Ecuador no mostró ni buena cara ni jugó a ganar. Uruguay aplastó a un rival que nunca lo atacó, que no funcionó colectivamente, que no tuvo una sola individualidad destacada –la mejor muestra de la errada convocatoria son Antonio Valencia, excedido de libras y fuera de ritmo, y el agresivo y mal intencionado José Quinteros, expulsado porque fuera del país no goza de la impunidad para golpear que tiene aquí–. Y lo peor: desde el banquillo se difundió una instrucción cobarde e indigna, que nada tiene que ver con el mensaje falto de originalidad de “vamos a aprender”.
“En el entretiempo les dije a los muchachos: ‘Dejemos esto 3-0. No vamos a pasar más pena’. Y me tocó dirigir todo el segundo tiempo para que no existieran más goles. Tratamos de frenarlos un poquito, con un orden táctico nomás y limitados a que la goleada no fuera mayor. A estos uruguayos si les das la oportunidad, te meten diez goles”, contó Gómez.
¿Qué aprendió el “alumno” Gómez tras seis derrotas con Ecuador? ¿Por qué puede ridiculizar internacionalmente al balompié tricolor? ¿Por qué volvió un DT que abandonó a la Selección en Perú 2004 y que renunció vía correo electrónico? ¿Por qué ningún dirigente lo refuta cuando dice que su contrato es solo para la eliminatoria? ¿Su vínculo laboral con la FEF le exige que asuma con responsabilidad los amistosos ya que solo le interesa el premundial? ¿Representa los valores que la supuesta ‘nueva’ FEF quiere transmitir, pero que permite que un empleado llame ‘ignorantes’ a sus críticos? ¿Qué tipo de trabajo hizo el Bolillo en diez meses (en 120 días Carlos Queiroz hace que Colombia juegue como equipo y con un altísimo nivel técnico)? ¿Qué explicaciones le ha pedido al colombiano la Comisión de Selecciones?
Hasta ahora, en Brasil, el único aprendizaje avanzado de quien maneja a la selección nacional como si fuera su propiedad, sin rendir cuentas, se verifica en el renglón de las excusas descaradas: “Uruguay es un equipo europeo”, “tan malos no somos”, “el VAR perjudicó al más pequeño” , «hoy (el domingo) Uruguay era el rico y nosotros los pobres». (D).
Fuente: El Universo.