Un pastel endulza el momento tricolor
Hacía frío. Habían pasado cinco minutos desde que dejó de llover, cuando los seleccionados llegaron al hotel de Gdansk para iniciar su preparación para el partido contra México, por la última fecha del grupo B de la Copa del Mundo sub-20 de Polonia.
Eran las 12:35 y arribó el bus desde Bydgonia, a 167 kilómetros. Los jugadores, aún apenados por la derrota ante Italia, bajaron lentamente del automotor, tomaron sus maletas y se refugiaron en las pantallas de sus celulares para no voltear la mirada, ni ser invitados a conversar.
Así pasaron lentamente hasta el lobby del hotel, donde se quedarán hasta el fin de semana. Pocos jugadores se animaron por lo menos a levantar el pulgar, en señal de optimismo.
En el plan inicial los futbolistas debían entrenar en la tarde y reconocer la canchade Gdynia (a 21 kilómetros) en la noche. Sin embargo, el cuerpo técnico cambió de idea, debido a que el viaje duró dos horas y los seleccionados todavía estaban cansados por el partido. El nuevo plan fue almorzar, descansar en las habitaciones y cumplir una sesión de recuperación en la zona húmeda del hotel.
Al mismo instante que los jugadores ingresaban a las habitaciones el combinado mexicano arribó al Hilton. Cada uno por su lado, sin saludar ni cruzar la mirada, los jugadores charros se apresuraron hasta el ascensor. Solo los encargados de comunicación y logística se quedaron para saludar. Se notó el hermetismo también en ese plantel.
Junto al edificio de la Tricolor está el puerto de Gdansk, con varios atractivos como los barcos restaurante, la rueda moscovita y el carrusel. El entrenador Jorge Célico fue directamente hasta el muelle para observarlo todo. Se quedó por unos minutos y entró en el hotel. Fue el único que hizo algo más durante la llegada. Los demás fueron directo a las habitaciones.
Pero, ya en la tarde, los seleccionados retomaron su buen humor y las bromas. Gustavo Vallecilla, Alexander Alvarado, Jhon Espinoza y Diego Palacios fueron hasta el lobby para cantar el cumpleaños feliz al chef, Javier Campos. Le dedicaron la canción mientras él apagó las velas de un pastel.
Ese momento les sirvió para reírse y reanimarse. Inclusive, los demás aparecieron a ratos para tomar fotografías del sector y para bromear mientras se dirigían a la zona de las piscinas.
Los mismos que la noche del domingo se pasaron con la mirada al piso en la zonamixta del estadio, se acercaron a saludar cordialmente con los presentes. Inclusive se tomaron fotos con los pocos hinchas que aparecieron. Fue como mostrar una nueva imagen, una renovada. Y fue justo a tiempo, ya que su final está muy cerca y no tienen espacio para lamentos.