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El último tramo y la ‘Churona’ vuelve a casa

Antes de bajar a Loja y regresar al Campo Mariano en noviembre, la imagen de la Virgen de El Cisne se tomó 40 minutos para despedirse de sus fieles en el cerro de Villonaco.

Dieciocho kilómetros de recorrido se resumen en más de cuatro siglos de devoción. Todo por ver la Virgen del Cisne de lejos y, en el mejor de los casos, de cerca. Cuando de agradecerle y pedirle se trata, “nada es en vano” por la ‘Churona’.

Los caminantes avanzan luego de dos o tres horas de recorrido por la ‘vía vieja’ que conduce desde Loja hasta la urna de Villonaco. Las mochilas y las botellas con agua son como parte de un uniforme; pero, al preguntar cuánto falta para llegar, todos saben, están conscientes de que el ambiente en toda la provincia es otro porque “su patrona” está de fiesta.

Durante la misa, en una pequeña capilla ubicada en pleno cerro, los devotos y sus ropas se confunden en una sola masa humana. Lo inimaginable: la vista no alcanza a identificar cuál es el final del horizonte ni de la cantidad de gente que ha llegado.

José Ochoa y Clara Luzuriaga están allí, atentos a lo que dice el cura desde el micrófono: “Esta es nuestra madre, hermanos. Reina del Cisne, ruega por nosotros”. Tras el último ‘amén’ José avanza con dificultad, su mano derecha apoyada en una rama de madera y la izquierda, en el hombro de su esposa Clara.

José llegó desde Catamayo y cuenta que tiene una grave enfermedad en su columna vertebral. Llora. Clara le extiende un pañuelo y él enseguida encuentra consuelo en el orgullo de presentar a sus tres hijos. “Soy fiel a la ‘Churona’ desde que tengo uso de razón. Ella me ha dado, me ha quitado, pero aquí sigo”, comenta convencido.

El cura da por finalizada la misa y la imagen de la Virgen debe seguir hasta Loja en los hombros de los priostes, durante cinco horas más de peregrinación. Los fieles corren, más aun los que están distantes a la urna. Una falda roja con bordados en lentejuelas, blusa blanca, capa morada, velo blanco, sombrero rojo y los rizos impecables que la hicieron acreedora de su sobrenombre han hecho llorar y desesperar a más de uno.

La pequeña Sarai está inquieta en el tumulto. A sus tres años vive con una leucomalacia periventricular, una enfermedad irreversible, que en un futuro podría desencadenar en una parálisis cerebral. Ella no deja de sonreír, pero Tania Rueda, su madre, no para de llorar ni de conmoverse con la música sacra que acompaña a la Virgen.

“Sé que ella va a cuidar de mi niña, es lo único que sé”, dice Tania mientras trata de entonar la canción.

Delante del cordón de seguridad policial, camina con una funda llena de pétalos de rosa Ana Chumbi. Ella vino desde Cuenca “solo para agradecer”. Es agricultora y madre de dos hijos: Tania de 19 años y Pedro de 21. “Mi Pedrito está en Estados Unidos y no sabe cuánto le extraño, pero está bien y eso es gracias a mi Madrecita, a mi Virgencita”, asegura Ana mientras riega los pétalos antes de que la imagen de la virgen avance.

Eso del agradecimiento no les es lejano a la lojana Cryseyda y al riobambeño Federico. Los esposos Gortaire, padres de Johanna de 26 años, alcanzaron la paz porque su hija superó una tromboembolia pulmonar que le fue detectada a los 21. “Vinimos desde Quito únicamente para decir ‘gracias’”. El domingo 18 de noviembre la ‘Churona’ retornará a su casa, a El Cisne. Dentro de un año, el escenario de peregrinación será muy parecido y quizá la fe un poco mayor. (I)

LA FRASE
“Soy fiel a la Churona desde que tengo uso de razón; ella me ha dado, me ha quitado, pero aquí sigo”.
José Ochoa, devoto de la virgen.

DATOS
>Recibimiento. La imagen de la virgen salió a la Catedral de Loja luego de las 17:00. Ahí se celebró una eucaristía en su honor.
>Novena. El jueves 30 de agosto empezará la novena en honor a la virgen, para recordar su nacimiento, hasta el 8 de septiembre.
>Permanencia. La imagen estará en Loja hasta el jueves 1 de noviembre. Durante este tiempo habrá misas y celebraciones.

Los comerciantes hicieron, literalmente, su agosto
En medio de la multitud, las lágrimas y la alegría, las ventas se pusieron buenas para un sinnúmero de comerciantes que llegaron desde las distintas provincias del país para vender figuras y recuerdos de la Virgen del Cisne, así como alimentos, bebidas y una oferta variadísima de productos.

El guayaquileño Wellington Sánchez vació en menos de media hora dos costales de pequeñas réplicas de la ‘Churonita’. Por un dólar, la cara de los devotos cambiaba al adquirir esta imagen.

Una suerte parecida tuvo Genaro Rivera, quien vendía los calendarios de la virgen, también al económico valor de un dólar. Pero el ‘plus’ lo tenía en la ‘sal manaba’: “Venga, lleve el calendario para que vaya contando los días que le faltan para volver a ver a la Madrecita”.

Luego de algunas horas de intento de venta fallida, Clara Vélez se decidió a regalar sus botellas de agua para poder acompañar en el último tramo de peregrinación de la “Madrecita” hacia Loja. Ella estaba convencida de que, al donar su producto, su patrona le retribuirá en un futuro “con el doble”.
Algo muy similar a una pequeña feria comercial se vivió en esta carretera curvilínea por donde los fieles subieron, bajaron y nunca dejaron de comprar.

Ayer, a eso de las 16:00, en hombros de sus devotos, la imagen de la Virgen llegó a Loja, donde permanecerá hasta el 7 de septiembre, antes de finalizar con la procesión de retorno, que también tendrá un recorrido ajetreado hasta volver a las calles de su parroquia natal.