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Excorresponsal de RCN asegura que jamás escuchó hablar del ‘Guacho’ en las FARC

Olga Cecilia Vega, fue corresponsal de guerra, estuvo con las FARC y sirvió de mediadora del Gobierno estadounidense.

Para la periodista, el nombre del ‘Guacho’ es algo nuevo, jamás llegó a escuchar su nombre en el movimiento colombiano guerrillero.

¿Qué reflexión ética le dejan esos años?

Hasta hoy mi vida corre riesgo por una amenaza de muerte de las FARC. Pero esto me hace más fuerte en tanto creo que con mi trabajo he podido contribuir a la paz en Colombia.

Por eso he escrito ‘Pluma bajo fuego’ para dar claridad sobre mi papel de mediadora del Gobierno americano ante las FARC para el rescate de tres de sus ciudadanos. Tuve el aval de Raúl Reyes y eso lo pruebo en una serie de correos, pero el Secretariado lo desconocía.

En uno de los correos del ‘Mono Jojoy’ se lee que se pide para Usted “que le echen pistola”…

El Secretariado dio la orden a ‘El paisa’. Sin embargo, para el resto de las FARC yo fui una periodista confiable. En el contexto de un oficio lleno de machismo, algunos colegas difundieron la historia de que yo era una espía. Pero mi mediación también fue un aporte para que congresistas o políticos como Ingrid Betancourt ahora estén fuera de la selva.

¿Su cercanía periodística con las FARC empieza en los diálogos de San Vicente del Caguán?

El proceso de paz del Gobierno de Andrés Pastrana se desarrolló entre 1998 y 2002. Antes de que se iniciara fui contactada por Raúl Reyes para que contara cómo las FARC iban a llevar adelante las negociaciones. Pero hay un detalle: cuando tenía 16 años conocí a un jovencito de acento paisa, flaquito…

Iván Ríos…

Exactamente: a Manuel de Jesús Muñoz Ortiz (alias Iván Ríos). Él fue mi primer amor. Un jovencito que aparecía y desaparecía como un fantasma. Al año siguiente lo volví a ver y quedé embarazada. Y volvió a desaparecer. Oh sorpresa: con el pasar de los años, cuando estoy cubriendo el proceso de paz en el Caguán, fui a entrevistar a varios comandantes y uno de ellos era Iván Ríos.

¿Cómo un joven que gustaba del rock y las buenas lecturas termina cometiendo crímenes atroces?

Ahhh… Le gustaba Eric Clapton y Santana. Era el ideólogo más joven del Secretariado. Una persona supremamente culta. Estudiaba economía y militaba en la Unión Patriótica. Él era más un estratega político que militar. No estaba preparado para el combate. Al verse acorralado, entró en un ataque de paranoia y desconfianza y por ello mandó a ajusticiar a más de 200 personas por el miedo de que todos fuesen infiltrados que iban a matarlo.

Y murió en su ley

Yo no le deseo la muerte a nadie. Pero el final espeluznante que tuvo Iván fue el resultado de lo que regó en sus últimos tiempos. Lo mismo ocurrió con Reyes: fue un bumerán.

Usted cumple años el 1 de marzo. Ese día, en 2008, fue asesinado Raúl Reyes…

Yo estuve en los campamentos de las FARC en territorio ecuatoriano. Después tuve que salir al exilio y allí recibí la noticia de su muerte. Él recibió lo que regó.

Parafraseando el título de uno de sus libros, ¿qué diría la montaña sobre la presencia de Reyes y las FARC en Ecuador?

Por mi libro ‘Raúl Reyes, si la montaña hablara’ volví en 2005 a los campamentos de las FARC. Raúl cumplía años el 30 de septiembre y yo llegué al día siguiente, a territorio ecuatoriano, por Puerto Nuevo. Sus emisarios me esperaban en el río San Miguel y de allí bajamos hasta cerca de donde él murió.

Después arrancó el proceso electoral para la Presidencia de Ecuador. En Lago Agrio había presencia de las FARC, con milicianos vestidos de civil. Y el Secretariado dio una orden: apoyar la campaña de Rafael Correa. No puedo decir si la apoyaron económicamente, pero pienso que hubo acuerdos internos.

Por eso Raúl Reyes se sentía protegido en Ecuador. Pero recordemos algo: en 2004 se dio el operativo de captura de Simón Trinidad, diseñado por la CIA, por el mismo grupo que me contactó a mí. Este grupo, junto con especialistas israelíes, diseñaron la Operación Fénix, la que dio muerte a Raúl Reyes.

Mientras Usted estuvo en los campamentos en Ecuador, ¿qué activistas de DD.HH. o políticos ecuatorianos visitaban a Reyes?

No puedo dar nombres por una razón. En las FARC se maneja un tema: compartimentación. Esto quiere decir discreción. Entonces cada civil que llegaba recibía otro nombre.

A Ud. la llamaron Juliana…

Exactamente. Entonces cuando llegaban los ecuatorianos se cambiaban el nombre.

¿Cómo alguien metódicamente desconfiado como Reyes abrió tanto el rastro hacia Angostura?

Él se confió. Se confió de que el Gobierno ecuatoriano le protegería y no fue así.

¿Se cumplió lo que él tanto temía: que en un libro, una revista o una tarjeta llevara un chip de ubicación?

La única manera de dar con él era colocar un chip. Además hay que recordar algo: en las semanas previas hubo una liberación de secuestrados. Raúl tenía un teléfono satelital que casi nunca encendía, pero lo prendió para hablar con Hugo Chávez. Esa fue la clave.

Según su información, ¿qué nivel de colaboración de Ecuador hubo para la Operación Fénix?

El Gobierno americano no actúa si no tiene el aval del país en el cual va a combatir. Para hacer un operativo militar, ellos tenían el aval o del Gobierno o tenían el apoyo militar de Ecuador.

Por eso se me hace raro que Correa haya dicho que no sabía nada. Fénix fue una operación militar que se diseñó años atrás.

¿’Pluma bajo fuego’ se publica también como una medida de autoprotección?

El libro muestra que no se puede hacer periodismo desde un escritorio. Con la publicación digo al periodista de hoy en día que no sea cómodo, que no se regale a ninguna fuente y que no tiemble al decir una verdad.

Esa búsqueda de la verdad supone entregar la vida, como pasó con el equipo de El Comercio, un crimen que se imputa a ‘Guacho’, un miliciano al cual las FARC no reconoce…

En las FARC yo jamás escuche hablar de este personaje. Pero es lamentable que buscar una verdad segue vidas, como pasó con los colegas de El Comercio y como ha pasado con 155 colegas de mi país.

 

Fuente: Diario El Mercurio