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El papa Francisco llega hoy a Chile en medio de ataques a iglesias católicas

El papa Francisco inicia este lunes su primera visita a Chile, donde los abusos sexuales cometidos por decenas de sacerdotes socavan la imagen de la iglesia Católica.

El avión del pontífice despegó a las 8.00 GMT del aeropuerto de Fiumicino de Roma rumbo a Santiago, para recorrer 12.500 km en más de 15 horas de vuelo, dando inicio a su sexto viaje a América Latina. El pontífice arribará a Santiago a las 20.10 (hora local, 23.10 GMT).

Durante su estancia de tres días en Chile, se reunirá con autoridades, comunidades indígenas, religiosos y pobres, en Santiago, Temuco (600 km al sur de Santiago) e Iquique(1.800 km al norte), donde realizará multitudinarias misas.

El papa argentino, de 81 años, regresa a un Chile muy diferente del que conoció en sus años de seminarista, en la década de los sesenta. Los abusos sexuales perpetrados por cerca de 80 religiosos a menores han golpeado duramente el corazón del catolicismo.

La visita del Papa a Chile siempre iba a ser tensa, pero ha encontrado un nivel de oposición sin precedentes con varios ataques incendiarios contra iglesias católicas antes de su llegada el lunes y protestas de chilenos hartos de abusos sexuales de sacerdotes y de maniobras para ocultar los casos.

Este domingo un nuevo ataque incendiario, el sexto en los últimos días, fue cometido contra una iglesia en la localidad de Melipilla, a 70 kilómetros al suroeste de Santiago, donde el papa Francisco comenzará su gira pastoral por seis ciudades de ese país. La tensión aumenta cada vez más y los encargados de la seguridad están en vilo.

El ataque afectó la fachada de la iglesia San Agustín, a la que un grupo de desconocidos arrojaron un líquido combustible en la puerta y luego la prendieron fuego. Además, dejaron escrita una frase en repudio a la Iglesia Católica y a la visita de Francisco: “La única iglesia que ilumina es la que arde, es la que está en llamas. No al Papa”.

La iglesia San Agustín, que es monumento histórico de Chile, es un templo patrimonial construido en 1893 y está protegido por la Ley de Monumentos.

Francisco llega a un país donde en torno al 60% de la gente se declara católica, pero la Iglesia ha perdido la influencia y autoridad moral de las que disfrutó debido a escándalos sexuales, a la secularización y a un clero desconectado de la realidad.

El papa intentará revertir esa tendencia durante su visita de tres días, que inicia su programa el martes con una serie de visitas protocolarias a Iglesia y Estado. Después hará un viaje de otros tres días a Perú.

La iglesia chilena se ganó un respeto generalizado durante el régimen del general Augusto Pinochet porque habló contra las violaciones de derechos humanos del Ejército, pero empezó a perder prestigio en 2010 cuando las víctimas de un sacerdote con contactos políticos hicieron públicas sus acusaciones de que las había besado y manoseado.

Los líderes locales de la Iglesia habían ignorado durante años las quejas contra el reverendo Fernando Karadima, pero se vieron obligadas a abrir una investigación oficial después de que las víctimas hicieran públicas sus denuncias y la fiscalía chilena abriera una pesquisa.

El Vaticano condenó en 2011 a Karadima a una vida de “penitencia y oración” por sus crímenes, pero la cúpula de la Iglesia no ha recuperado la confianza de los chilenos tras haber ocultado los delitos de Karadima durante tanto tiempo.

El desencanto de los chilenos ha afectado incluso a su opinión sobre el papa. Un sondeo reciente de Latinobarómetro, una respetada encuestadora regional, concluyó que Chile es el país con menos aprecio por el primer papa latinoamericano de la historia, en comparación con otros 18 países de América Central y del Sur. Incluso entre los chilenos católicos, solo el 42% aprueba el trabajo del pontífice, frente a la media regional del 68%.

Francisco, que ha insistido en que tiene “tolerancia cero” para los abusos, reabrió las heridas del escándalo en 2015 cuando nombró obispo de la diócesis sureña de Osorno a uno de los protegidos de Karadima. Las víctimas dicen que el obispo Juan Barros conocía los abusos pero no hizo nada, una acusación que Barros rechaza.

Fuente: AP/Infobae.com