Muros de la cárcel dan paso a la libertad
Cuenca. Una docena de trabajadores acaban a punta de combo y cincel con las paredes de parte de lo que fue la cárcel de varones de Cuenca. De este edificio quedará solamente la parte patrimonial y lo demás se derroca para dar paso a un megaparque.
Los encargados de la obra señalan que el trabajo no es fácil, pero se hace con cierto sabor a venganza, a justicia, a libertad.
Y es que los espacios que van cayendo, los restos oxidados de camas, los huecos en el suelo para castigar a los reos, y el fuerte olor a humedad son parte de una historia oscura, de hacinamiento y reclusión. “En la noche todavía penan”, comenta en son de broma uno de los obreros mientras abre las puertas de la cárcel para sacar sus herramientas y ponerse manos a la obra.
Dicha obra será un complejo de un tamaño similar al del Parque de la Madre. De acuerdo al director de Fiscalización, Carlos Cordero, los trabajos se ejecutan en 21.794 metros cuadrados, con una inversión de 6,75 millones de dólares.
Historia
La caída de los muros es especial para Xavier G., quien estuvo en uno de los pabellones por un año y medio por un delito que, asegura, no cometió. Afirma que trabajaba como chofer de un camión cuando dentro de su carga encontraron droga y lo culparon de narcotráfico, allá en el año 1998.
Recuerda con claridad que uno de los espacios era conocido como el motel, un sitio en el que las alfombras aún se conservan en el piso y la luz se filtra por una de las pocas ventanas con vista a la calle, a la libertad.
Según datos de la fiscalización, unos 600 hombres vivían en hacinamiento en el edificio. “Estoy seguro que había unos 2.000”, cuenta por su parte Xavier, quien hoy se ríe mientras recuerda que, “como no tenía padrino”, la suya era la cuarta cama de una litera de tres: el piso que compartía con decenas de reos.
Conservación
Los contratistas aún se encuentran con sorpresas, hace poco descubrieron un piso falso que daba a un cuarto oscuro, subterráneo, de dos metros cuadrados, en donde presumen que eran castigados los reos.
También se conservan los timbres de las recámaras para visitas conyugales, los soportes de televisores, las fotos de mujeres que se colocaban en las paredes, los últimos escritos de los reos y los recovecos donde se guardaban aquellos artículos considerados prohibidos.
Según Cordero, en el lugar funcionarán espacios públicos pero se conservarán los restos del edificio que guarda uno de los episodios negros de la historia de la ciudad.
Fuente: Diario El Tiempo