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La panameña Mossack Fonseca es el umbral de un vasto flujo de oscuros secretos offshore

Mossack Fonseca & Co. tenía un problema en Las Vegas.  Documentos legales archivados en la Corte de Distrito de EE.UU. en Las Vegas afirmaban que la firma con base en Panamá había creado 123 compañías en Nevada que habían sido utilizadas por un asociado del expresidente de Argentina para robar millones de dólares de contratos gubernamentales. Una orden exigía que Mossack Fonseca entregara detalles sobre todo el dinero que había fluido a través de las compañías de Nevada. Mossack Fonseca no quería dar esta información. Para una firma que se especializa en establecer compañías offshore difíciles de rastrear para clientes de todo el mundo, la confidencialidad es obligatoria. La firma trató de bloquear la orden negando que sus operaciones en Las Vegas, llevadas a cabo por una compañía llamada M.F. Corporate Services (Nevada) Limited, fueran parte del grupo Mossack Fonseca. El co-fundador de la firma, Jürgen Mossack, testificó bajo juramento que “MF Nevada y Mossack Fonseca no tienen una relación de central-subsidiaria y Mossack Fonseca no controla los asuntos internos u operaciones diarias de MF Nevada”. Pero registros secretos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), el diario alemán Süddeutsche Zeitung y más de 100 otros medios asociados elevan nuevas dudas sobre ese testimonio jurado. No solo muestran que la subsidiaria de Nevada era totalmente propiedad de Mossack Fonseca, sino que, detrás de escena, la firma tomó acciones para borrar registros potencialmente dañinos de teléfonos y computadoras para ocultar detalles de sus clientes al sistema judicial de Estados Unidos. Un email de 2014, por ejemplo, instruye que cualquier vínculo entre el sistema informático central de Mossack Fonseca en Panamá y la oficina de Nevada “debe estar oculto a los investigadores”. Otros emails reportan que empleados informáticos operando vía control remoto desde Panamá “trataron de limpiar los registros de las PCs de la oficina de Nevada” y planeaban llevar a cabo una “sesión remota para eliminar los rastros de acceso directo a nuestra CIS” – el sistema de información computarizada de la firma. Los documentos incluso muestran que un empleado de la firma viajó de Panamá a Las Vegas para sacar documentos del país. “Cuando Andrés vino a Nevada, limpió todo y trajo todos los documentos a Panamá”, dijo un email del 24 de septiembre de 2014. En comentarios a ICIJ, Mossack Fonseca negó “categóricamente” destruir o esconder documentos que puedan ser utilizadas en una investigación o litigación. Los más de 11 millones de documentos obtenidos por ICIJ – emails, cuentas bancarias y registros de clientes – representan el funcionamiento interno de Mossack Fonseca durante casi 40 años, desde 1977 hasta diciembre de 2015. Revelan las propiedades offshore de individuos y compañías de más de 200 países y territorios. Hacen un recuento, ejemplo tras ejemplo, de delitos éticos y legales por parte de clientes y proveen evidencia de una firma dispuesta a actuar como guardiana de los secretos de su cliente, incluso aquellos que resultan ser delincuentes, miembros de la Mafias, narcotraficantes, políticos corruptos y evasores de impuestos. Los archivos muestran que el negocio ha sido bueno. Hoy, Mossack Fonseca es considerado uno de los cinco mayores proveedores de secreto offshore al por mayor en todo el mundo. Tiene más de 500 empleados y colaboradores en más de 40 oficinas alrededor del mundo, incluyendo tres en Suiza y ocho en China. Mossack Fonseca respondió a preguntas ante los hallazgos de ICIJ diciendo que “durante 40 años Mossack Fonseca ha actuado sin actos reprochables… Nuestra firma nunca ha sido acusada en conexión a actos criminales”. El vocero Carlos Sousa dijo que la firma “solo ayuda a sus clientes a incorporar compañías”. Eso no significa “establecer un vínculo de negocios o dirigir de forma alguna las compañías formadas”, dijo Sousa. Las raíces de la firma Mossack Fonseca data sus orígenes en 1986, cuando Ramón Fonseca unió su pequeña firma legal en Panamá con otra firma local dirigida por Jürgen Mossack, un panameño de origen alemán. “Juntos”, Fonseca dijo luego a un periodista, “hemos creado un monstruo”. Ambos hombres tenían prestigio internacional y antecedentes en el mundo del dinero, el poder y los secretos. Fonseca nació en Panamá en 1952 y estudió derecho y ciencia política en la Universidad de Panamá y la London School of Economics. En su juventud, recordó una vez, quería salvar el mundo, primero interesándose en convertirse en sacerdote y luego trabajando durante cinco años para las Naciones Unidas en Ginebra. “No salvé nada, no logré ningún cambio”, dijo en una entrevista televisiva en 2008. “Entonces decidí, ya un poco más maduro, dedicarme a mi profesión, tener una familia, casarme y vivir una vida normal… Al envejecer, uno se vuelve más materialista”. Mossack nació en Alemania en 1948. Se mudó a Panamá con su familia a principios de la década de 1960, de acuerdo a su socio. El padre de Mossack había sido miembro de la Waffen-SS, el notorio brazo armado del Partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, según archivos de inteligencia del Ejército de EE.UU. obtenidos por ICIJ. Tras la guerra, el padre ofreció sus servicios al gobierno de EE.UU. como informante, indican los archivos, asegurando que “estaba a punto de unirse a una organización clandestina de exnazis convertidos en comunistas… o nazis sin convertir haciéndose pasar por comunistas”. Un oficial de inteligencia del ejército escribió que la oferta de espiar para EE.UU. podía ser simplemente “un astuto intento de salir de una situación incómoda”. Sin embargo, los viejos archivos de inteligencia indican que el padre de Mossack luego acabó en Panamá, donde se ofreció como espía, esta vez, a la CIA, ante la actividad comunista en la cercana Cuba. Tras conseguir un título de derecho en Panamá en 1973, el hijo trabajó por un tiempo como abogado en Londres antes de volver a Panamá para abrir la firma que luego se fusionaría para forma Mossack Fonseca & Co. Hoy, ambos socios se mueven en los círculos más altos de la sociedad panameña. Además de ser un abogado, Fonsea lleva una segunda vida de perfil igualmente alto como un novelista galardonado. Entre sus libros está ‘Mister Politicus’, un thriller político que, según dice su sitio web literario, “articula el complicado proceso que funcionarios inescrupulosos emplean para ganar poder y lograr sus detestables ambiciones”. Fonseca conoce el mundo de la política por su trabajo, hasta hace poco, como asesor del presidente panameño Juan Carlos Varela. Fonseca anunció a principios de marzo que iba a tomarse un descanso de esa posición luego de alegatos de que la oficina brasileña de Mossack Fonseca estaba envuelta en un creciente escándalo de sobornos y lavado de dinero centrado en la petrolera estatal de Brasil. Tomó ese paso, según dijo, “para defender mi honor, a mi firma y a mi país”. Negando cualquier participación en delitos durante una entrevista televisiva, utilizó una analogía que la compañía ha empleado antes, diciendo que si una firma offshore es utilizada de mala forma, la compañía no es más culpable que una fábrica de automóviles que ensambló un auto luego usado en un robo. Mossack es un miembro del prestigioso Club Unión, donde su hija Nicole hizo su debut en sociedad en 2008. También trabajó en Conarex, el concejo de relaciones exteriores de Panamá, entre 2009 y 2014. Las propiedades de Mossack, según los archivos obtenidos por ICIJ, incluyen una plantación de tecas y otros terrenos, un helicóptero ejecutivo, un yate llamado Rex Maris y una colección de monedas de oro. Abriéndose camino en las IVB La fusión que creó a Mossack Fonseca llegó en un momento difícil de la historia de Panamá. El país enfrentaba inestabilidad política y económica bajo la dictadura del militar Manuel Noriega, quien llamaba la atención debido a evidencia de que estaba envuelto en lavado de dinero y narcotráfico. En 1987, con una Panamá ensombrecida, Mossack Fonseca dio su primer gran paso en el extranjero, estableciendo una sucursal en las Islas Vírgenes Británicas, que años antes había pasado una ley que facilitaba establecer compañías offshore sin revelar públicamente a los dueños y directores. “Mossack Fonseca fue la primera en venir de Panamá a las IVB, y otros siguieron”, dijo Rosemarie Flax, la veterana directora de Mossack Fonseca allí, a un medio de las Islas Vírgenes Británicas en mayo de 2014. Hoy, las Islas Vírgenes Británicas albergan a cerca del 40% de las compañías offshore del mundo. De las compañías que aparecen en los archivos de Mossack Fonseca, una de cada dos compañías – más de 113 000 – fueron incorporadas en las Islas Vírgenes Británicas. Cuentos del Pacífico Sur Mossack Fonseca dio otro importante paso en 1994. Ayudó a la diminuta nación de Niue – una isla coral del Pacífico Sur con una población de menos de 2 000 personas – a idear legislación que permitía la incorporación de compañías offshore. La firma había elegido a Niue, según dijo Mossack luego a la Agence France-Press, porque quería una locación en la zona horaria Pacífico asiático y porque no tendría competencia. “Si teníamos una jurisdicción así de pequeña, y la teníamos desde el principio, podíamos ofrecer a la gente un ambiente estable, un precio estable”. Entonces, Mossack Fonseca firmó un contrato de 20 años con el gobierno del pequeño atolón por derechos exclusivos para registrar compañías offshore en Niue. Niue ofrecía registros en caracteres chinos o cirílicos, lo que la hacía atractiva para clientes chinos o rusos. Para 2001, Mossack Fonseca hacía tantos negocios en Niue que estaba pagando el equivalente de USD 1,6 millones del presupuesto anual estimado de USD 2 milones del gobierno de Niue. Pero las cercanas relaciones de la firma con la isla también comenzaron a atraer atención no deseada. Ese mismo año, el Departamento de Estado de EE.UU. cuestionó los “inquietantes acuerdos” entre Niue y Mossack Fonseca y advirtió de que la industria offshore de Niue había estado “vinculada al lavado de ganancias criminales de Rusia y Sudamérica”. La Fuerza de Tarea de Acción Financiera, una organización intergubernamental establecida por grandes naciones para combatir el lavado de dinero, puso a Niue en una lista negra de jurisdicciones que no tomaban pasos para prevenir el lavado de dinero, amenazando con sanciones económicas. Aunque Mossack negó que Niue estuviera involucrada en lavado de dinero, en 2001 el Banco de Nueva York y Chase Manhattan impusieron embargos sobre las transferencias de dólares a Niue. En 2003, Niue se negó a renovar a cuatro compañías incorporadas por Mossack Fonseca, señalando que estaría cerrando la franquicia exclusiva de la firma. Cambiando operaciones Perder a Niue no frenó a Mossack Fonseca. Simplemente cambió sus operaciones, la firma alentando a clientes que tenían compañías en Niue a que simplemente las reincorporen la cercana nación de Samoa. El cambio fue parte de un patrón que emerge en los documentos. Cuando acciones legales obstaculizan la habilidad de Mossack Fonseca de servir a sus clientes, se adapta rápidamente y halla otros lugares en los que trabajar. Cuando las Islas Vírgenes Británicas pusieron en su mira a las acciones al portador en 2005, Mossack Fonseca mudó ese negocio en particular a Panamá. Las compañías que tienen acciones al portador no muestran el nombre de un dueño. Si las acciones están en tus manos, te pertenecen. Han sido consideradas por mucho tiempo un vehículo para el lavado de dinero y otros delitos, y han ido desapareciendo gradualmente en todo el mundo. En algunas jurisdicciones aún se permiten, aunque sujetas a más restricciones. La capacidad de Mossack Fonseca de mover sus negocios rápidamente queda evidente en un gran incremento de incorporaciones en una de esas jurisdicciones, la isla caribeña de Anguilla, que vio el número de compañías allí incorporadas incrementarse por más del doble entre 2010 y 2011. Anguilla es actualmente una de las cuatro principales jurisdicciones para incorporaciones de Mossack Fonseca. Mossack Fonseca también expandió sus operaciones para encargarse de las necesidades adicionales de sus clientes, incluyendo el registro de aviones y yates privados. Para 2006, de acuerdo a los archivos, Mossaack Fonseca expandió aún más sus negocios encargándose de las finanzas de algunos clientes o, como lo describió la compañía, “manejo discrecionario de portfolios”. De acuerdo a los documentos, las operaciones internas de manejo de bienes de la firma – llamada Mossfon Asset Management S.A. o MAMSA – manejaba más de 4 700 transacciones y al menos USD 1,2 mil millones en dinero de clientes entre mediados de 2007 y mediados de 2015. MAMSA trabajó con varios bancos, incluyendo a al menos dos que han sido sujetos a investigaciones por lavado de dinero: Banca Privada d’Andorra, acusado por el Departamento del Tesoro de EE.UU. de lavado de dinero para poderosas bandas criminales en un reporte de 2015, y Deutsche Bank Switzerland, cuya compañía matriz ha sido investigada por las autoridades del Reino Unido y los Estados Unidos por posible lavado de dinero para clientes rusos. El Tesoro de EE.UU. retiró su acusación contra la Banca Privada d’Andorra el 19 de febrero de 2016 diciendo que “ya no opera en una forma que suponga una amenaza para el sistema financiero de EE.UU.”.

Fuente: Diario El Comercio