Relojes astronómicos: el cielo nocturno alrededor de tu muñeca
Nota del editor: Grégory Gardinetti es un experto e historiador en relojería y director de Cultura y Patrimonio en la Foundation de la Haute Horlogerie en Ginebra. Las opiniones expresadas aquí son suyas.
(CNN) – Me encanta la relojería en todas sus formas, pero las complicaciones astronómicas son para mí, las más mágicas. Con la astronomía tienes el universo, lo infinito, lo gigante; mientras que con la relojería, tienes lo diminuto, lo minucioso.
Pero las complicaciones astronómicas (características adicionales de relojes que incluyen movimientos de cuerpos celestes) son lo mejor de ambos mundos. Te ofrecen la oportunidad única de tener el universo en tu muñeca. Para mí es imposible no empezar a soñar cuando veo una fase lunar en la esfera.
Los orígenes del registro del tiempo
El hombre primitivo entendió la noción del tiempo en una etapa muy temprana. Este concepto no fue dividido en horas como actualmente lo conocemos, sino que estaba basado en el paso del día y la noche, así como en los ciclos del tiempo, en el que el Sol y la Luna servían como puntos de referencia.
Patrones repetitivos en huesos grabados, fragmentos de cerámica y pinturas rupestres sugieren las etapas iniciales de un calendario.
Los primeros observatorios astronómicos conocidos
El arte megalítico, o arte tallado en grandes piedras, emergió aproximadamente 5.000 años a.C. alrededor del mundo. Estas revelaron las primeras técnicas usadas en un intento por trazar el curso de la Luna y del Sol.
El círculo de Goseck en Alemania, o Stonehenge en Inglaterra son, entre otros ejemplos, los primeros observatorios astronómicos conocidos.
Algunos de ellos indican la fecha del solsticio de invierno —el día más corto del año y cuando los días posteriores, comienzan a hacerse más largos— coincidiendo con la reanudación del trabajo agrícola que era esencial para la supervivencia de la población.
Otros marcan la fecha del solsticio de verano, el cual marca el comienzo del período de cosecha. Para algunos arqueólogos, algunos de estos megalitos fueron organizados de tal manera que reflejarían el curso de la Luna durante su ciclo, una duración de 19 años como posteriormente se conocería, así como el curso del Sol desde el principio hasta el fin del año.
El entrecruce de estas trayectorias permitieron anticipar un eclipse solar.
Los calendarios surgieron después
Para poder ajustar la hora y referencias históricas, tales como predecir los períodos de cosechas y de caza, el hombre desarrolló calendarios, basándose principalmente en un fenómeno fácil de observar desde la Tierra: los ciclos lunares o solares. Por lo tanto, los antiguos calendarios romanos eran lunares.
Las fases de la luna siempre proporcionaron un medio simple y fácil de medir el tiempo. Sus ciclos, con una longitud aproximada de 29 días y medio, ayudaron a definir los 12 meses del año.
Esta afiliación es reconocible en los idiomas inglés y alemán, donde la palabra “month” (mes) se derivó del sustantivo “moon” (luna).
En ese entonces, la semana no siempre consistía de 7 días. No fue sino hasta el año 312 d.C. que el emperador Constantino, recién convertido al catolicismo, impuso una semana de 7 días, para que encajara con los textos religiosos cristianos.
Antes de esta decisión, una semana solía consistir de 9 o incluso 10 días. La adopción de una semana de siete días coincide con la longitud de cada una de las cuatro fases del ciclo lunar: luna nueva, luna creciente, luna llena y luna menguante.
El tiempo es medido
El viaje completo de la Tierra alrededor del Sol produce el ciclo de las estaciones, observación que al parecer ha ganado más importancia luego del desarrollo de la agricultura en la era neolítica.
Gracias al Sol, el hombre pudo generar las primeras mediciones del tiempo, las cuales fueron grabadas en el ‘gnomon’, el antepasado del reloj solar.
Durante un tiempo, el reloj solar indicó horas desiguales hasta que fue equipado con un estilo paralelo al eje de la Tierra.
Las sombras proyectadas por su posicionamiento calibrado permitieron la visualización de 12 horas de duración equivalente.
La Tierra en el centro del universo
El astrolabio, cuya invención por lo general se le atribuye al astrónomo griego Hiparco, coloca a la Tierra en el centro del universo y todos los cuerpos celestes orbitan a su alrededor.
Este sistema, llamado el modelo geocéntrico (o geocentrismo), es una descripción del cosmos donde la Tierra se encuentra inmóvil, en su centro.
Defendida en particular por los científicos griegos Aristóteles y Ptolomeo, esta perspectiva se mantuvo hasta el final del siglo XVI, siendo gradualmente reemplazada por el heliocentrismo. Esta última teoría es el modelo astronómico en el que el Sol se encuentra en el centro del universo.
A pesar de la visión de futuro de algunos precursores en la Antigüedad, como el astrónomo y matemático griego Aristarco de Samos, el heliocentrismo por lo general sigue siendo atribuido a Copérnico, quien nació en 1473 en Prusia Real. Los científicos Johannes Kepler y Galileo Galilei después ampliaron su trabajo.
Durante el Renacimiento, el astrolabio mejoró los aspectos más técnicos y astronómicos de los relojes de péndulo y del calendario eclesiástico. Estos relojes eran los que a menudo decoraban las casas de los ricos y eruditos.
Desde el cielo a la muñeca
Los relojes de bolsillo con funciones astronómicas aparecieron durante el Renacimiento.
Por lo general, le daban a los portadores indicaciones como: la fecha, el día, el mes, las fases y la edad de la luna, y en algunos casos, incluso los signos del zodíaco.
A partir del siglo XVIII, nuevos datos astronómicos estuvieron disponibles en el reloj de bolsillo: ecuación del tiempo, hora de la salida y puesta del sol para un lugar determinado, horas de las mareas, mapas del cielo y de las estrellas.
Hoy en día, estas diversas funciones astronómicas se pueden encontrar principalmente en los relojes muy complicados, ya sean relojes de bolsillo o relojes de pulsera.
Estos excepcionales cronometradores son obras maestras del conocimiento, técnica y saber hacer algo, presentando una serie de funciones complejas: visualización de tiempo sideral, ecuación del tiempo, hora de la salida y puesta del sol, gráficos de las estrellas, movimiento angular de la luna, fases de la luna con agujas, sombreado o tridimensional, sistemas para predecir los eclipses lunares y solares, posiciones de las estrellas vistas desde la Tierra, visualización de las efemérides (solsticios, equinoccios, estaciones) y signos del zodíaco.
¿Un futuro digital?
Es difícil hablar sobre el futuro. Por supuesto, puedes visualizar todas las complicaciones astronómicas en un reloj inteligente. Pero, ¿dónde está la magia? Sin ruedas y sonidos que hacen tictac, el sueño se detiene.
La relojería mecánica nos mantendrá soñando en el futuro.
FUENTE: CNN EN ESPAÑOL
X.C.