En Colombia, la infidelidad es una forma de maltrato
En una reciente sentencia, con la que falló un caso de feminicidio, el Consejo de Estado de Colombia consideró, por primera vez, que la infidelidad también es una forma de maltrato psicológico. De hecho, advierte que el Estado está en el deber de generar un cambio cultural, dado que a la mujer se le ha enseñado que su papel es de sometimiento a la pareja.
La corporación emitió este concepto en respuesta a una acción de reparación directa interpuesta por familiares de una mujer asesinada por su esposo, miembro de la Policía Nacional, el 28 de diciembre de 1998.
Durante el proceso se evidenció que la víctima se quejaba de las infidelidades de su pareja; de hecho, tras su muerte el marido aseguró que su esposa se había suicidado por celos. Sin embargo, los informes de balística desmintieron esa versión.
La magistrada de la Sección Tercera del Consejo de Estado, Stella Conto Díaz del Castillo, explica que en esta sentencia el tema tiene largo alcance. “La víctima –explicó- sufrió inmensamente por la infidelidad de su marido, lo que los obligó a estar en conflicto permanente; independiente de que ella mostrara su situación, fue agravada por el estereotipo de que la mujer debe acostumbrarse a estos comportamientos”.
La sentencia consideró que la traición “insistente y pública le generaba a la víctima un profundo dolor y sentimientos de tristeza, angustia e inseguridad, con consecuencias comprobadas científicamente en su salud física y mental”.
Aclara la magistrada que en este caso la señora llevaba una relación larga con el uniformado y tenían una hija de año y medio. A pesar de que testigos daban fe de que había sido golpeada y que conocía que su esposo les enviaba flores a otras mujeres (incluso a menores de edad), que la llamaban para atormentarla, ésta no se atrevió a dejarlo.
“Sucedió que cuando esta mujer al fin se empoderó contra la situación de opresión, el hombre actuó de manera brutal”, dice Conto.
En la sentencia se establece que hay responsabilidad de la administración, en este caso de la Policía Nacional, en este feminicidio.
“La entidad (la Policía), con su omisión, toleró y consintió el comportamiento indebido del uniformado –infidelidad y maltrato- y permitió, con ello, que la violencia doméstica se acentuara, hasta el punto que tuvo un desenlace fatal”, dice la decisión.
Conto argumenta que las entidades públicas, particularmente la Policía Nacional, tienen el mandato legal para vigilar la forma en que los uniformados llevan la autoridad que ostentan en sus hogares; en este caso, el uniformado llevaba el arma a su domicilio.
“El comandante de la Estación de Policía (de El Espino- Boyacá) conocía la situación, y consideró que como la señora no salía a la calle y todo pasaba en el hogar no debían intervenir, aunque el uniformado frecuentaba mujeres públicamente”, explica la consejera.
Conto agrega que “mientras las infidelidades de su compañero le infundían dolor y zozobra, y eran motivo de continuo reclamo de parte de la señora, en escenarios públicos y privados, el tema se trató como un asunto de menor trascendencia para los policiales, y del fuero interno del uniformado”.
El Consejo de Estado sostuvo que se conoce que las cónyuges o parejas de uniformados de la Policía no piden ayuda o reportan el abuso de que son objeto, por la situación de aislamiento en la que viven, originada generalmente por los traslados, y por miedo a las consecuencias que pueden traer sus denuncias en la carrera del perpetrador y, por ende, en la estabilidad familiar y económica.
Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, asegura que aunque la infidelidad es una condición humana que se da con frecuencia, sí es una forma de maltrato porque causa grandes heridas e intranquilidad a la persona.
“La infidelidad –señala el especialista- puede afectar más a personas que estén ante una fragilidad emocional; por ejemplo, para alguien deprimido puede terminar siendo un gran sufrimiento”, dice Córdoba.
Isabel Londoño, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres por Colombia, asegura que para la mujer sin independencia económica la infidelidad de su pareja no solo debería ser calificada como una forma de maltrato psicológico, sino una tortura, porque tiene muchas más limitaciones para cortar con esa situación.
“Me siento orgullosa de pensar que tenemos en la Corte magistradas capaces de expresar su sensibilidad humana y hacer que la justicia lo vea; generalmente las personas que se comportan de este modo ni siquiera se comprometen con sus hijos”, concluye Londoño.
Fuente: El Comerico